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Libano, un viaje a la antigua Suiza del Oriente Próximo


Libano, un viaje a la antigua Suiza del Oriente Próximo
El Líbano es, sin lugar a dudas, uno de los países más curiosos en los que he estado nunca. ¿Conocéis algún país que tenga más habitantes fuera que dentro del mismo? La población expatriada del Líbano supera con creces a la que reside en el país. Por ejemplo, sólo en Brasil hay el doble de libaneses que en el propio Líbano. El Líbano (es un país de Oriente Próximo que limita al sur con Israel, al norte y al este con Siria y el mar Mediterráneo al oeste.
A pesar de ser un país mayormente emigrante –me he encontrado negocios libaneses hasta en Guinea Conakry-, el Líbano acoge a su vez inmigrantes de varios países, principalmente Palestina, Irak y Sudán.
El legado histórico del país es impresionante: Líbano es la casa natal de los fenicios; posteriormente ha sido ocupada por asirios, persas, griegos, romanos, árabes, cruzados, otomanos y, finalmente, franceses. El legado de muchas de estas culturas sigue presente hoy en día y en algunas ciudades, como descubrimos también en nuestro viaje a Siria, hay minorías que hablan el arameo. Otro ejemplo de este complejo antepasado se puede apreciar cada día, cuando  te saludan con un “Hi sir, bonjour! Kifak? Cá va“, una divertida mezcla de inglés, francés y árabe.
Líbano ha sido la capital financiera de Oriente próximo por muchos años. Considerada “la Suiza del Oriente Próximo” en la década de los 70, su prosperidad económica se vio truncada por una larga guerra civil entre el ’75 y el ’90.
Tras la conclusión de la guerra, vinieron varios años de recuperación económica –con un importante impulso del turismo y estabilidad -, que nuevamente volvería a verse quebrantada en 2006, cuando otra guerra en el país enfrentaba al ejército israelí con Hezbolla, una organización libanesa con un brazo político y otro paramilitar que recibe apoyo tanto de Siria como de Irán. Hezbolla representa la principal expresión política chií, y esto también complica un poco las cosas, ya que el primer ministro en Líbano es suní, el presidente es católico maronita y la cabeza del parlamento es también chiíta.
Afortunadamente, el consejo de seguridad de la ONU pudo poner fin a este reciente enfrentamiento bélico tras un mes de conflicto armado y desde entonces diversas tropas internacionales –incluida una importante representación de las españolas- mantiene bajo control la zona de mayor tensión: el sur del país, la frontera con Israel.
Muchísimos libaneses emigraron durante ambas guerras. Pero a pesar de lo reciente de la última –y la notable presencia militar en las calles-, durante el más de medio mes que he pasado allá no he sentido la más mínima sensación de peligro. Es precisamente esa sensación de inestabilidad (militar y política) lo que caracteriza en mi opinión a los libaneses: gente que sabe vivir al minuto, sin mirar demasiado hacia el futuro. Saliendo de marcha por Beirut uno puede fácilmente corroborar esta sensación.
Al ser un país bien pequeño, es muy fácil recorrerlo de cabo a rabo. En un máximo de 3 horas conduciendo (actividad de riesgo allí), se llega a cualquier rincón del país (incluso a Damasco, Siria, que está a sólo 120km de distancia). Si visitáis el Líbano, seguro que pasaréis por Beirut. Lo más destacable de la capital es que está a pie de mar y a su vez a pie de un puerto de montaña. La principal carretera de acceso a Beirut –que es la que la conecta con Damasco- baja 1300m en sólo unos pocos kilómetros… ¡realmente vertiginosa!
La combinación de las vistas del mar con las montañas al fondo, el paseo marítimo, la roca de Raouché y la mezquita de Mohammad al-Amin son los puntos más destacados de Beirut. Merece la pena subir en teleférico al mirador de la Virgen de  Hareesa, en las afueras, desde donde se puede disfrutar de unas preciosas vistas panorámicas
Uno de los sitios para no perderse si se viaja por el Líbano son las cuevas de Jeita, que -junto con las de Postojna, en Eslovenia- son las cuevas más impresionantes que he visto en mi vida. De hecho, fueron propuestas para la lista de las nuevas 7 maravillas naturales del mundo. Tienen dos secciones: la superior, que es gigantesca, y la inferior, que se visita en una embarcación. Desafortunadamente, no era posible hacer fotografías en el interior de las cuevas, pero podéis encontrar más información sobre las mismas en su web oficial.
Otra ciudad de paso obligatorio es Biblos, considerada por muchos la ciudad más antigua del mundo continuamente habitada (en disputa con Jericó y con Aleppo). Biblos está fundada sobre el año 5000 AC, construida por Cronos como la primera ciudad de Fenicia. El ambiente de la ciudad durante el verano es sorprendentemente agradable: sus calles empedradas acogen multitud de restaurantes y bares, sitos a pie de la antiquísima ciudadela. Byblos es el nombre griego (e inglés) de la ciudad. En el entorno local –y en los carteles- la veréis por su nombre árabe: Jbeil, más parecido a su original nombre fenicio, Gebal.
Si lo que os gusta es el turismo activo, entonces os recomendaría una excursión por la zona de Hermel. Allí nace el río Assi -que fluye después por Siria para desembocar en Turquía- y se puede disfrutar de un rafting divertido.


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