Montañas nevadas como el Nanga Parbat, de 8.126 metros, los valles paradisíacos de Líder y Sindh, lagos trucheros a cuatro mil metros, el glaciar de Thajiwas, los impresionantes pinares de Sonmarg y el paisaje lunar de Ladakh, el pequeño Tibet: por eso la llaman Shangri-La.
Desde Himachal Pradesh y su antigua ciudad imperial, Simla, se acerca uno a Uttar Pradesh. Es el estado con mayor número de habitantes y centros de peregrinación. Benarés: Ahora Varanasi, es la Ciudad Eterna del hinduismo, en Uttar Pradesh. Está repleta de peregrinos, penitentes y turistas. No vuelva sin fotografiar los Ghats, escalinatas que bajan hasta el Ganges para que los fieles hagan sus abluciones. Los barqueros le llevarán de paseo por el río.
Taj Mahal: Por sólo unas rupias se entra y por un precio a convenir, no mucho, un guía espontáneo le contará la historia de este mausoleo de mármol y piedras semipreciosas. Los cientos de tenderetes que lo rodean y los jardines circundantes le proveerán de “tajmahalitos” en alabastro (¡cuidado!, no es mármol), madera o plástico, además de un riquísimo muestrario de toda la India. Los curiosos acuden una y otra vez, no tanto a verlo por dentro como por fuera. Refleja la luz de colores distintos según la hora: a pleno sol, blanco que daña los ojos; al anochecer, rojo; al amanecer, azul.
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