Ubicado a unos 18 kilómetros al suroeste de París, el Palacio de Versalles, otrora residencia de los reyes de Francia, se ha convertido en todo un símbolo del apogeo de la realeza de aquellas épocas.
Aunque inicialmente no era sino el lugar preferido de Luis XIII para descansar luego de sus salidas de cacería, el palacio estaba destinado a convertirse en una obra de arte que perduraría hasta nuestros tiempos. Construido bajo las órdenes de Luis XIV, mejor conocido como el Rey Sol, este cuenta con 700 habitaciones, 2 513 ventanas, 352 chimeneas, 67 escaleras, 6300 cuadros y 483 espejos.
En el interior destaca la Galería de los espejos, uno de los atractivos más deslumbrantes del palacio. Con el solo hecho de saber su extensión, 73 metros de largo, quedamos inmediatamente maravillados. Pero eso no es todo. Sólo en ese ambiente se encuentran alrededor de 357 espejos, especialmente mandados a fabricar a los mejores artesanos, y 17 amplias ventanas con vista a los jardines.
Estos últimos, cuyos diseños impresionan y seguirán impresionando a sus visitantes, son parte del parque del palacio que abarca unas 800 hectáreas. Además de sus innumerables fuentes, estatuas y estanques, se encuentran el Gran Trianón y el Pequeño Trianón, siendo este último un regalo de Luis XVI a María Antonieta.
Así, en el palacio no sólo encontraremos a la célebre Galería de los Espejos o a los increíbles jardines, sino otros tantos majestuosos ambientes tal como la cámara del rey, de la reina, la capilla y la ópera. Todas y cada una de estas joyas de la arquitectura barroca conforman la obra cumbre de la monarquía francesa llamada Palacio de Versalles.
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